Hoy nuestra profesora
Ana ha abierto la caja misteriosa que llevaba consigo desde el principio
desvelándonos lo que había en su interior.
Antes, ha abierto un
poco la caja mostrándonos luz en su interior que se reflejaba en su cara, lo
que ha causado más curiosidad aún en nosotras por saber qué había dentro. Si a
nosotras nos despierta tanta curiosidad, ¿cuánta puede causarle a los niños?
Sin duda mucha.
Con el ejercicio de la
caja hemos aprendido que con algo tan simple como una caja de madera, de
zapatos o de cualquier material, podemos despertar el interés de los niños. Es
un recurso simple pero eficaz, ya que las cajas entrañan misterio, curiosidad,
interés... porque es como un objeto mágico con cerradura, tal y como hemos
dicho hoy en clase.
Al abrir la caja,
hemos descubierto que había de todo: libretas, bolígrafos, chocolate, etc. y
que, por supuesto, había premio para todas, tanto para las que le mandaron
hipótesis acerca del contenido de la caja, como para las que no mandaron nada.
Objetos cotidianos
como esos, pero adaptado a la edad de infantil, pueden dar mucho juego a la
hora de plantear actividades. Incluso se puede cambiar el contenido para que
los niños crean que es una caja mágica con cosas distintas.
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